viernes, 23 de octubre de 2009

Algunos pícaros que mal interpretaron a Maquiavelo intentaron desde siempre desligar a la política de la moral. Desde esta visión estrictamente bilardista, cualquier artilugio es aceptado si se consigue el resultado deseado.
En la teoría del derecho romano, por el contrario, la fruta que cae del árbol podrido no sirve para alimentar a la justicia, es así que una prueba obtenida mediante practicas ilegales, no puede ser considerada valida a la hora del juicio.
La intención de este razonamiento no es caer en discursos moralizantes estériles, si no por el contrario, resultadista como el que mas, considero que algunos fines moralmente inobjetables y políticamente imprescindibles ven dificultada su concreción por las conductas reprobables de quienes tienen que ponerlos en practica.
Vamos a lo concreto, no se puede ser moralmente tan bueno y políticamente tan torpe como para impulsar una ley necesaria como la de libertad sindical y perder por el voto de un diputado, como le pasó a Alfonsín.
Actuar moralmente en política debe ser una tendencia que pueda articularse con las restricciones de la política real, la del territorio. En este punto, quien puede cuestionar las caras tapadas y los palos de los piqueteros, que hacen política en las condiciones mas adversas y en los territorios mas "picantes" del país. Ni que decir del Milagros Sala y la Tupac Amarú, con el trabajo admirable que han hecho en los barrios de Jujuy, imposible de lograr por ahora, sin una cuota de violencia que le permita establecerse en un territorio históricamente violento, del cual "el perro"
Santillan parece haberse olvidado. En estos casos los fines son validos, y los métodos en su contexto también.
Debo hacer la salvedad que a la derecha no se le exigen conductas ni fines morales, si no eficiencia en la gestión, pueden escucharse razonamientos del estilo, "roba pero hace" o tiene mucha guita ya, para que va a robar".
Los que estamos dentro del espacio nacional y popular o como se llame, no nos podemos dar el lujo eliminar a la moral de nuestras acciones políticas, mucho menos de los objetivos. Es algo que se nos exige porque forma parte de nuestra génesis, nuestro discurso y nuestra probabilidad de éxito.
Evo y Lula despiertan la esperanza en los sectores mas vastos y oprimidos sus pueblos, por lo cual mucho mayor será la exigencia y peor la derrota si no logran llevar a cabo sus programas, o son involucrados en conductas reñidas con estos.
Es por eso que flaco favor le hacen al gobierno de Cristina funcionarios que con sus conductas públicas, invalidan ante la opinión pública las buenas tareas que pueden estar desempeñando los organismos estatales que están a su cargo. Los casos de Emilio Persico y Mariano Recalde son ejemplo de esto.
No dudo de la coherencia y honestidad de Emilio Pérsico, pero no pueden cortar a su hijo transportando cannabis en una camioneta oficial. Reconozco que a Recalde no le tenía ninguna fe, pero han llegado mis oídos buenas opiniones sobre su gestión en Aerolineas, por su capacidad de trabajo y la reestructuración que estaba llevando a cabo. Todo esto queda invalidadado ante la opinión pública desde el momento que agarra un avión de la flota para ir a ver Uruguay- argentina, con Pablito Moyano y los pibes de la Cámpora.
Finalizando, existe una moral privada que es potestad de cada individuo y su relación con dios (en el caso de los creyentes), existe también la necesidad de conseguir logros que legitimen políticamente al proyecto, pero existe también una moral pública que los dirigentes políticos no pueden evitar si su objetivo es darle sustancia y sustentabilidad a un proceso transformación social.

2 comentarios:

durito dijo...

me falto el título, se acptan sugerencias.

Dolores dijo...

El titulo que se me ocurre seria " Hablando de MORALES" apelando a la diversidad y tambien al Morales (donde quedo la moral de morales??)