¿YDONDE ESTAN LOS CUADROS?
En un acertado articulo de opinión publicado, este martes en pagina 12, el politólogo Brill Mascarenhas sostiene que el principal error por parte del gobierno en el reciente conflicto con el campo fue la falta de “sintonía fina” en la aplicación de las políticas públicas hacia ese sector, es decir, si bien los trazos gruesos son positivos (dólar caro, retenciones a la renta del agro, supuesto perfil industrialista), pueden quedar sin efecto debido a la torpeza e impericia a la hora de traducir los grandes lineamientos en políticas concretas, respetando las especificidades dentro de cada actor social.
Por otro lado, el retorno del ex titular de la aduana Ricardo Echegaray, como responsable de la ONCCA (el organismo estatal que se encarga del comercio agropecuario), generó mi apresurada sorpresa, ¿como puede ser que un funcionario desplazado hace un mes por sus reiteradas peleas con el titular de la AFIP, vuelva y ocupe un lugar tan importante en esta coyuntura?
Estas dos situaciones, la falta de sintonía fina y el retorno de Echegaray, aunque parezcan inconexas, se manifiestan como expresiones de un problema profundo que afecta al gobierno nacional, a pesar de no ocupar espacio en los grandes medios de comunicación. Esta es la alarmante falta de cuadros políticos comprometidos y capacitados para llevar a cabo las tareas requeridas por el estado.
El cuadro político, era un instrumento fundamental para la gestión de los lineamientos del partido, en el tiempo de los grandes partidos de masas del siglo XX.
Los cuadros se ubicaban en el sector medio de la estructura de los partidos políticos, en la base estaban los militantes y en la cima los dirigentes. Los cuadros eran militantes que se educaban y capacitaban, con lo cual adquirían conocimientos y experiencia vitales cuando el partido al que pertenecían llegaba al poder.
Esta situación fue mutando luego de la última dictadura y el desastre neo liberal, por múltiples razones, que sería muy largo solo enumerar, los partidos políticos se modificaron, y los cuadros fueron desapareciendo para dar paso a los técnicos. Estos últimos se presentaron como supuestos especialistas extrapartidarios que venían a otorgar eficiencia a la gestión pública, eliminando los vicios de la política.
Con el resultado puesto, en cuanto a los nefastos resultados de los técnicos, vemos que la vinculación entre las ideologías y la gestión pública, entre la militancia y la capacitación son fundamentales para que los trazos gruesos de los proyectos partidarios y la sintonía fina de la aplicación de políticas públicas obtengan coherencia y eficacia.
No es mi intención, añorar la vieja dinámica de formación de cuadros, sino establecer su importancia y la alarmante escasez de estos, que el gobierno de los k evidencia.
El gobierno parece una comisión directiva de club de barrio, en cuanto a la cantidad de personas que toman decisiones, la mesa chica es muy chica y quizá por eso, el recelo a abrirla es grande. De esta manera se vuelve un gobierno hermético, monocolor y desconfiado hasta la paranoia.
De allí para abajo, los cuadros son en su mayoría prestados de otras fuerzas o reciclados de gobiernos anteriores, con lo cual la coherencia se vuelve conflictiva y la traducción de las intenciones en hechos concretos, difusa y hasta contradictoria.
Este límite a la eficiencia de la gestión pública, vale para este gobierno y los que vendrán, si desean realmente establecer una agenda política soberana desvinculada de las directrices y organismos supranacionales. Los cuadros políticos, tantas veces denostados en los últimos treinta años se vuelven ahora un artículo de primera necesidad.
En un acertado articulo de opinión publicado, este martes en pagina 12, el politólogo Brill Mascarenhas sostiene que el principal error por parte del gobierno en el reciente conflicto con el campo fue la falta de “sintonía fina” en la aplicación de las políticas públicas hacia ese sector, es decir, si bien los trazos gruesos son positivos (dólar caro, retenciones a la renta del agro, supuesto perfil industrialista), pueden quedar sin efecto debido a la torpeza e impericia a la hora de traducir los grandes lineamientos en políticas concretas, respetando las especificidades dentro de cada actor social.
Por otro lado, el retorno del ex titular de la aduana Ricardo Echegaray, como responsable de la ONCCA (el organismo estatal que se encarga del comercio agropecuario), generó mi apresurada sorpresa, ¿como puede ser que un funcionario desplazado hace un mes por sus reiteradas peleas con el titular de la AFIP, vuelva y ocupe un lugar tan importante en esta coyuntura?
Estas dos situaciones, la falta de sintonía fina y el retorno de Echegaray, aunque parezcan inconexas, se manifiestan como expresiones de un problema profundo que afecta al gobierno nacional, a pesar de no ocupar espacio en los grandes medios de comunicación. Esta es la alarmante falta de cuadros políticos comprometidos y capacitados para llevar a cabo las tareas requeridas por el estado.
El cuadro político, era un instrumento fundamental para la gestión de los lineamientos del partido, en el tiempo de los grandes partidos de masas del siglo XX.
Los cuadros se ubicaban en el sector medio de la estructura de los partidos políticos, en la base estaban los militantes y en la cima los dirigentes. Los cuadros eran militantes que se educaban y capacitaban, con lo cual adquirían conocimientos y experiencia vitales cuando el partido al que pertenecían llegaba al poder.
Esta situación fue mutando luego de la última dictadura y el desastre neo liberal, por múltiples razones, que sería muy largo solo enumerar, los partidos políticos se modificaron, y los cuadros fueron desapareciendo para dar paso a los técnicos. Estos últimos se presentaron como supuestos especialistas extrapartidarios que venían a otorgar eficiencia a la gestión pública, eliminando los vicios de la política.
Con el resultado puesto, en cuanto a los nefastos resultados de los técnicos, vemos que la vinculación entre las ideologías y la gestión pública, entre la militancia y la capacitación son fundamentales para que los trazos gruesos de los proyectos partidarios y la sintonía fina de la aplicación de políticas públicas obtengan coherencia y eficacia.
No es mi intención, añorar la vieja dinámica de formación de cuadros, sino establecer su importancia y la alarmante escasez de estos, que el gobierno de los k evidencia.
El gobierno parece una comisión directiva de club de barrio, en cuanto a la cantidad de personas que toman decisiones, la mesa chica es muy chica y quizá por eso, el recelo a abrirla es grande. De esta manera se vuelve un gobierno hermético, monocolor y desconfiado hasta la paranoia.
De allí para abajo, los cuadros son en su mayoría prestados de otras fuerzas o reciclados de gobiernos anteriores, con lo cual la coherencia se vuelve conflictiva y la traducción de las intenciones en hechos concretos, difusa y hasta contradictoria.
Este límite a la eficiencia de la gestión pública, vale para este gobierno y los que vendrán, si desean realmente establecer una agenda política soberana desvinculada de las directrices y organismos supranacionales. Los cuadros políticos, tantas veces denostados en los últimos treinta años se vuelven ahora un artículo de primera necesidad.
1 comentario:
Muy buena la nota jonas. Si bien la historia se repite y se reescribe, todo avanza muy rápido, así que espero la próxima nota cuanto antes, es interesante ver una opinión para cuestionar, y así también generar un punto de vista propio. Un abrazo. fer
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