A propósito de las estatizaciones dispuestas por Hugo Chavez a las empresas del grupo Techint en Venezuela se podrían hacer algunos comentarios para aportar a la irreflexión general.
En cuanto al fondo de la cuestión, ningún bienpensante, salvo esos liberalotes del siglo XIX, que pueblan los medios privados de comunicación, poede objetarle al primer mandatario de un estado democrático la posibilidad de actuar en materia económica en cuanto considere en beneficioso para los supremos intereses de este.
Técnicamente, considero que las estatizaciones generales no son el camino adecuado para que el estado nacional retome su injerencia económica en las globalizadas economías actuales, quizá seria menos complejo y oneroso foclizarse en mecanismos fiscales progresivos y alguna ingerencia del tipo de empresas mixtas al estilo petrobras, salvo en los recursos estrategicos.
Amen de esta digresión, el bolivariano a sostenido que para el socialismo del siglo XXI no hay manual, y podríamos agregar que de haberlo se escribe detrás de los hechos consumados.
La forma en que se trato el tema es mi principal objeción, a treinta días de una elección crucial, en la cual el oficialismo seguramente perderá la mayoría parlamentaria, el caribeño debería haber cuidado las formas para no embarrar la cancha aún mas. Habida cuenta de que el principal intelectual orgánico de la derecha continental, los medios masivos de comunicación, Boron dixit, estarían prestos a saltarle a la yugular a la presidente. Si el socialismo del siglo XXI esperó tanto tanto podría hacerlo 40 días mas.
Para mas adelante queda por analizar las propias contradicciones del proyecto kirchnerista por las cuales se queda a medio camino entre condenar las estatizaciones de capitales de origen argentino o dar el debate sobre la necesidad de responsabilidad empresaria y la recuperación de los resortes estrategicos de la economía por parte del estado, esto último excede el propósito de esta entrada y el debate preelectoral.
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